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En el «corazón» de una botella Maschio dei Cavalieri encontramos miles de burbujas finas y ligeras, gracias a técnicas de producción y degüello meticulosos y cuidadosos. En nuestras bodegas, los espumantes no se crean con la clásica fermentación doble: para nosotros, Maschio dei Cavalieri, ¡llega una sola! De hecho, está vigente una regla férrea: trabajar mostos y no vinos, porque solamente así es posible mantener intactas la frescura y la fragancia del zumo de la uva. Es cómplice el frío, nuestro gran aliado, ya que limpia los mostos, refrigerándolos e, inmediatamente, almacenándolos a temperatura controlada. Nuestros enólogos tienen a disposición, durante la fase de elaboración del espumante, una base con un grandísimo valor organoléptico. Aquí empieza la vida del espumante que, cuando está listo, pasa a la fase sucesiva, la del embotellado. Esto, para nosotros hombres y mujeres del vino, representa un momento fundamental y delicado. De hecho, utilizamos llenadoras especiales, llamadas «isobáricas», que permiten efectuar el llenado de las botellas en un ambiente perfectamente estéril en el que el producto no entra en contacto con el aire. De este modo, nuestro Prosecco y nuestros espumantes preservan en la botella todas las características de frescura y fragancia que se han custodiado con la máxima atención hasta esta fase.
En nuestras bodegas los vinos efervescentes y los espumantes no se producen con la clásica fermentación doble, sino directamente a partir del mosto. De este modo los azúcares, que son los auténticos depositarios del patrimonio aromático de la uva, no se agotan nunca.
El proceso productivo empieza con la vendimia cuando los camiones cisterna refrigerados recogen el mosto recién exprimido de las empresas vinícolas para trasladarlo después a nuestra bodega.
A continuación, los mostos se limpian con procedimientos físicos en lugar de químicos (empleo del frío, centrifugaciones y decantaciones estáticas), refrigerados a 0° y almacenados a temperatura controlada para que se puedan emplear todo el año sin que sufran alteraciones organolépticas. Se recogerán poco a poco para la fermentación.
El producto fermentado se refrigera nuevamente y se conserva herméticamente en autoclaves con nitrógeno en su interno. Aquí, el anhídrido carbónico encerrado durante el degüello y el azúcar residual no se modifican.
Entonces se procede con el embotellado, delicada fase para los espumantes. Por este motivo, en nuestras bodegas se emplean llenadoras especiales, llamadas «isobáricas», que permiten trabajar en un ambiente perfectamente estéril. De este modo, nuestros vinos mantienen todas las características de frescura y de fragancia que se han conservado atentamente en cada fase de la elaboración.